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El espejismo del final de la piratería somalí

Los piratas que imponían su ley en las costas somalíes desaparecieron de las pantallas de los radares de los buques de guerra que surcan el océano Índico. Pero siguen ahí y algunos amenazan con volver a las andadas.

La piratería somalí vivió su apogeo en 2011. Ese año, los piratas cometieron 237 asaltos, apresaron 11 barcos y retenían como rehenes a 216 marinos, según la Oficina marítima internacional. El pago de rescates ascendía a un promedio de dos millones de dólares por navío.

Según John Steed, responsable para África del Este de la oenegé estadounidense Oceans Beyond Piracy (OBP), aunque sigue habiendo unos 40 rehenes, "no se ha producido realmente un ataque de piratas contra un barco de la marina mercante desde hace más de dos años".

Esto no significa que se hayan ido y "nada ha cambiado en el terreno", advierte el experto. Quiere decir que las medidas de lucha contra la piratería han dado resultado.

En 2011, la OBP cifró el coste de la piratería somalí en 6.000 millones de euros, entre el despliegue de buques de guerra, los seguros para los armadores, los guardias de seguridad privados, el pago de rescates y el precio del fuel para los barcos obligados a aumentar la velocidad y prolongar las travesías para evitar un abordaje.

Desde entonces, cientos de piratas han sido detenidos y otros han tirado la toalla.

La otra cara de la moneda es el aumento de la pesca ilegal en aguas territoriales somalíes. Como los piratas desaparecieron "ya no hay riesgos para los barcos ilegales que pueden pescar a voluntad", explica John Steed.

Antiguos piratas reconvertidos en pescadores protestan, en declaraciones telefónicas a la AFP, por la presencia de estos barcos pesqueros y amenazan con retomar las armas.

"Ahora somos pescadores pero ¿dónde están los peces? Los barcos pesqueros extranjeros se lo llevan todo", denunció Abdulahi Abas, un antiguo pirata de la ciudad costera de Garaad.

"De aquella me uní a los piratas precisamente por la pesca ilegal y ahora que hemos parado el negocio de la piratería resulta que ni siquiera podemos pescar en nuestras aguas", añade.

Según OBP, varios barcos pesqueros extranjeros entran cada día en las aguas territoriales somalíes de forma completamente ilegal, a menudo con pabellón español, iraní o taiwanés.

En marzo de 2015, unos piratas atacaron un pesquero iraní al que acusaban de pesca ilegal. Los 15 miembros de la tripulación siguen retenidos, como los 26 del barco taiwanés "Naham 3", apresado hace más de cuatro años.

Para John Steed, la ausencia de perspectivas económicas y el subdesarrollo del litoral somalí son un caldo de cultivo para la piratería.

"Si quitan los buques de guerra y suprimen los guardias armados todo comenzará de nuevo", predice.

La inseguridad reinante en las costas de Somalia, parte de ellas bajo control de los insurgentes islamistas shebab, complica mucho la construcción de infraestructuras para el desarrollo de la pesca y para el acceso al mercado.

Ahed Yare, un antiguo pirata que vive en la aldea de Eyl, resume la situación: "No tengo trabajo y no puedo pescar libremente a causa de los pesqueros extranjeros (...) Se llevan todo el pescado. Le digo que esto hará que vuelva la piratería y esta vez será todavía peor".