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El brote de una enfermedad común del salmón detectado en una de las granjas marinas de esta provincia canadiense, añade polémica a la viabilidad de estas instalaciones.

La Fundación David Suzuki (DSF), ha obtenido una orden judicial temporal para impedir a la compañía afectada convertir aproximadamente 1,6 millones de ejemplares de la granja afectada en abono orgánico de bajo precio a través de una planta ubicada en los bancos del famoso Fraser River.

El Director Ejecutivo de la Fundación, Jim Fulton, quien alega que la industria se ha comportado continuamente de manera irresponsable a lo largo del curso de su historia en la provincia, manifestó en una entrevista por radio ayer lunes que su organización y otros grupos de BC están preocupados por los resultados del tratamiento del pescado en la planta que tiene en el Fraser la compañía Bella Coola Fisheries Ltd. Temen que no desinfecten totalmente el pescado y el agua o material empleado del virus potencialmente mortal IHN (Necrosis Hematopoyética Infecciosa), y que los desechos contaminados del proceso de conversión sean vertidos directamente en el río. Eso abre la posibilidad de que una cantidad desconocida de los enormes stocks de salmón del río sean infectados y puedan morir, ha advertido Fulton.

En respuesta a esta declaración, la Directora Ejecutiva de la Asociación de Salmonicultores de BC, Anne McMullin, y el Departamento de Pesca y Océanos (DFO), han intentado calmar la situación, manifestando que todo será desinfectado exhaustivamente. Un portavoz del DFO que participa en el programa de patologías de los peces manifestó que el transporte de agua sería tratado con elevadas concentraciones de cloro, y luego se decloraría, y el pescado sería transformado en abono orgánico utilizando temperaturas superiores a los 60ºC —el nivel en el que muere el virus.

McMullin también indicó que se introducirían equipos especiales, y que no se verterían desechos en el río sin antes comprobar que han sido adecuadamente desinfectados. Recordó que las plantas de procesamiento comerciales situadas a lo largo de toda la costa normalmente manejan enormes volúmenes de salmón sockeye de la pesquería comercial sin comprobar que no contienen el virus IHN, y luego vierten los desechos sin tratar directamente en el océano.

Así mismo, señaló que el tratamiento había sido aprobado por el DFO, una declaración que al parecer no calmó los ánimos de la fundación, que asegura que en los últimos años la agencia ha actuado más como promotora y defensora de la industria, que como protectora del ecosistema oceánico y los stocks de pescado de BC.

El brote de IHN —que no afecta al hombre y que ha sido comparado con una gripe o resfriado en los humanos, repercutiendo en los sistemas internos y digestivo de los salmones— detectado en el núcleo de crianza de Heritage Aquaculture, al norte de Vancouver Island, salió a la luz pública la semana pasada, cuando la compañía estaba en proceso de tomar medidas para abordar la situación. Según un destacado representante del DFO, la compañía actuó de manera totalmente responsable. Decidió que como el pescado era pequeño y no podía ser cosechado, debía limpiarse todo el núcleo de cultivo, y enviar a los aproximadamente 1,6 millones de salmones del Atlántico de 100 gramos de peso a la planta de procesamiento del Fraser.

Actuando en conjunción con la Banda Indígena Musqueam, DSF tenía una petición sobre una orden judicial presentada por el Fondo de Defensa Legal Sierra en nombre de la banda, para prohibir que se descargara el pescado en la planta. Según ellos, el pescado debía ser incinerado, y debían deshacerse de los restos en tierra o verterlos en una de las entradas oceánicas de BC, lejos del Fraser.

La orden judicial temporal, que expirará este miércoles a las 4 de la tarde, fue concedida por la Juez Holmes el sábado a las 11 de la noche. Está prevista una sesión judicial para esta semana, en la que se presentarán más argumentos. DSF manifestó en una declaración pública que las tres organizaciones lucharían esta semana por garantizar que se desecha el pescado de la "forma más segura posible para el medio ambiente".

En la declaración se pone de manifiesto que la acción judicial fue emprendida en nombre de la banda, dada la posibilidad de interferir con los derechos aborígenes del mismo, reconocidos por el Tribunal Supremo de Canadá a través de la Decisión Sparrow de 1990.

Según una declaración judicial emitida por el abogado de la banda, Lewis Harvey, citada por DSF: "La banda Musqueam está muy preocupada por el riesgo de que se ponga en peligro a las especies de salmón silvestre de las que dependen según sus derechos de cosecha tradicionales y comerciales. En particular, la banda está muy preocupada por el hecho de que la introducción (cita textual) del virus IHN en aguas de Fraser River pueda causar un daño devastador e irreparable a los stocks de salmón y a las pesquerías de salmón de la banda Musqueam".

Por su parte, Otto Langer, director de la sección de conservación marina de la fundación y antiguo oficial del DFO en la región costera, manifestó en una de sus tres declaraciones juradas en el tribunal: "Con mi amplia experiencia como biólogo pesquero, tengo que decir que existen posibilidades de que la liberación de pescado, trozos de pescado o sangre de pescado de los ejemplares infectados en Fraser River podría materialmente incrementar el riesgo de infectar con el IHN al salmón silvestre u otras especies del entorno natural del río".

El Doctor Don Noakes, presidente de la sección de acuicultura del DFO, manifestó posteriormente que el IHN es un virus tan extendido y común en las poblaciones de salmón silvestres de BC que ya se conoce como "la enfermedad del sockeye". Hizo una comparación entre su preponderancia en los stocks silvestres y los resfriados en el hombre, añadiendo que aunque no existe cura, puede contagiarse y transmitirse de un pescado a otro sin que el portador lo sufra, aparentemente, o empiece a mostrar efectos adversos o síntomas. Así mismo, señaló que para que se produzcan los brotes tienen que darse unas condiciones medioambientales determinadas, que tienen que ver con la salinidad del agua, las temperaturas y los niveles de oxígeno, así como con otros factores que podrían disminuir la capacidad del pescado para luchar contra la enfermedad, como el estrés. El alcance del brote también puede verse afectado por los niveles de concentración del pescado, y Noakes reconoció que en el pasado se han registrado brotes en las poblaciones silvestres de muchos ríos que han acabado con numerosos ejemplares —incluyendo el que se produjo en el afluente de Weaver Creek, en el Fraser.