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Multa de 30.000 € a dos furtivos del Lérez

Por Santy Mosteiro. Diario de Pontevedra y Miguel Piñeiro
La Xunta de Galicia acaba de ratificar la multa de 15.000 euros para cada uno de los dos vecinos de Xeve que fueron pillados ‘in fraganti’ mientras capturaban un salmón de forma furtiva en las inmediaciones de la presa de Bora. La infracción se cometió en 2010 pero los engorrosos trámites administrativos y los posteriores recursos han demorado hasta ahora la resolución definitiva.

Aunque los servicios de Biodiversidad de la Xunta sospechan que el furtivismo es una práctica «preocupantemente habitual» en aguas del Lérez, este caso fue descubierto gracias a una combinación de azar y casualidad.
Todo se remonta a finales de mayo de 2010, cuando la Consellería do Medio Rural amplió al río pontevedrés el marcado de salmones para estudiar su ciclo migratorio y detectar los lugares de parada natural. En esta primera remesa se introdujo un minúsculo transmisor a tres peces, lo que permitía su rápida localización por radio.
Sobre las 14.30 horas del día 24, un agente que estaba rastreando los ejemplares observa, a unos 150 metros de la presa de Bora, a dos personas en la margen del río. Uno de ellos estaba utilizando una caña con robador (conocida como grampín), que es ilegal.
En un momento dado, su acompañante se quita la ropa y se introduce en el agua, sacando un ejemplar de salmón.
Acto seguido, los dos furtivos abandonan el lugar en un Audi A-3. El agente los sigue de cerca y comprueba, gracias a su receptor de radio, que el salmón sustraído del río era uno de los marcados días antes, por lo que da aviso a varios compañeros para que se sumen al operativo.
Los pescadores se dirigen a la parroquia de Santa María de Xeve y estacionan ante la casa de uno de ellos. Los agentes de Medio Ambiente se reúnen en las proximidades y vuelven a comprobar que la intensa señal de radio procede del interior de la vivienda.
Ante las claras evidencias, deciden entrevistarse con los dos furtivos, que estaban en el exterior con sus respectivos coches, y les piden que abran los maleteros. Ambos vecinos acceden a la solicitud, pero no aparece rastro alguno del salmón robado.
Sin embargo, el transmisor continúa emitiendo una señal cercana, localizada en el interior de la casa. Los agentes le piden a uno de los pescadores que les devuelva el pez, a la vez que le hacen saber que estaba marcado y que lo tienen perfectamente localizado.
El aludido niega rotundamente la acusación.
En vista de la situación, los funcionarios deciden avisar al Seprona y una patrulla se persona en el lugar a los pocos minutos. El vecino de Xeve vuelve a rechazar, de forma reiterada, las imputaciones.
Mientras se suceden las preguntas y las respuestas en los aledaños de la vivienda, uno de los agentes detecta movimientos en la señal de radio. por lo que se dispuso a buscar nuevamente la señal junto con los otros agentes.
El receptor marca en dirección al riachuelo Couso-Fontáns, situado a escasos metros de la parte posterior de la vivienda del furtivo.
Allí, en el lecho, aparece el transmisor, que se corresponde con el que minutos antes estaba emitiendo la señal delatora.
Los posteriores informes, tanto de los agentes medioambientales como del Seprona, desembocaron en un procedimiento sancionador que resolvió, seis meses después, imponer una multa de 15.000 euros y dos años de retirada de la licencia de pesca para cada uno de los dos vecinos de Xeve.
Los afectados recurrieron la sanción, pues negaban haber capturado ilegalmente salmón alguno y alegaban indefensión, pero la Xunta la mantuvo. Agotada la vía administrativa, ambos furtivos han trasladado su demanda a la vía contencioso-administrativa.
Un Juzgado de Pontevedra resolverá el litigio.

Capturado solo dos días después de ser marcado.
Las sospechas que tenían los técnicos de la Xunta de que el furtivismo en el Lérez era severo se confirmaron dramáticamente con la captura ilegal de un salmón tan solo dos días y medio después de ser liberado con una marca de radiofrecuencia. Todo parecía indicar que estas actividades ilegales en la zona estaban comprometiendo la recuperación de salmón en el cauce, ya que durante los últimos anos las tasas de retorno estaban siendo inferiores a las de otros ríos limítrofes estudiados. De ahi que los instructores del expediente solicitase que la sanción administrativa que pudiera recaer sobre los denunciados fuese ejemplar.

Sobrepesca. De los 158 ejemplares capturados en 1970 a los 8 de los últimos años
El salmón atlántico es una especie que, además de su gran valor como generador de riqueza como pesca recreativa, representa la calidad del medio donde habita de forma natural, ya que necesita agua limpia y muy oxigenada.
Los expertos en Medio Ambiente consideran que la desaparición del salmón avisa de futuros problemas en los ríos, al igual que hacían los canarios en la mina.
En el año 1970 se capturaron oficialmente en el río Lérez 158 salmones, representando el valor máximo desde que en 1949 comenzara el registro oficial de capturas. En la década de los 70 la media de capturas era de 66 ejemplares/año mientras que en los 80 bajó hasta los 9. El descenso se debió a varios motivos: por una parte, el declive de la especie fue más acentuado en Galicia por estar al límite sur de la distribución, y por otra a factores locales, entre los que destaca el elevado número de presas en los tres primeros kilómetros del río.
Con estos antecedentes, la Xunta inició a principios de los años 90 programas de recuperación de salmón atlántico, que eran específicos para cada cuenca.
En el caso concreto del Lérez los trabajos se centraron en mejorar la accesibilidad en los últimos tramos del río (entre Bora y Monteporreiro, en repoblar con salmones autóctonos y en un mayor control de la pesca.

Veda entre 1995 y 2003.
En 1995 se veda la pesca del salmón en el Lérez para abrirla en 2003 con un cupo por temporada que en la actualidad es de 8 salmones.
A mayores, entre 1997 y 2012 se soltaron 1,14 millones de juveniles. Todos fueron marcados para distinguir entre salmones repoblados o salmones ‘salvajes’, fruto de la reproducción natural. Como resultado de este esfuerzo repoblacional, a partir del año 2000 se detectó en la estación de Bora un notable incremento del retorno de salmones al Lérez.
En la temporada de pesca de 2003 se autorizó la pesca de 5 salmones, entre 2006 y 2009 la cifra se elevó a 15, en 2010 el cupo fue de 10, y en los 2 últimos años bajó a 8. Entre el 2003 y el 2012 se registró la captura de 86 salmones de forma legal en el coto de Monteporreiro. Cabe destacar que si bien la proporción de salmones de retorno repoblados en el río comenzó siendo del 60%, en la actualidad esta proporción es más baja (en torno al 30), por lo que el número de peces resultantes de la repoblación natural se esta incrementando.

Pablo Caballero Javierre: «El nivel de furtivismo en el Lérez era y es bastante preocupante»

Pablo Caballero es el actual responsable de la Sección de Biodiversidade, perteneciente al Servizo de Conservación da Natureza de Pontevedra, cargo que ocupa desde el año 2007 aunque su labor investigadora sobre el mundo del salmón se remonta a 1987.
- ¿Desde cuando se realiza un seguimiento científico al salmón en aguas del río Lérez?
Los trabajos sobre la conservación de la población de salmón atlántico en el Lérez se llevan a cabo desde el año 1993, y en 2010 se inició el seguimiento de los ejemplares adultos tras su regreso al río.
- ¿Cual sería el diagnostico de todos estos anos de observación?
Al inicio de los trabajos, la población de salmón en el Lérez se hallaba prácticamente extinguida, lo que llevó a prohibir su pesca legal en 1994. Gracias a los trabajos de recuperación por parte de la Xunta de Galicia se ha recuperado notablemente, hasta el punto de permitir en el año 2003 la reapertura del coto de Monteporreiro para la pesca del salmón.
- ¿En que consiste el seguimiento?
El seguimiento por radio consiste en la implantación, vía esofágica, de un transmisor de radio que permite la localización del individuo marcado mediante un receptor de la misma frecuencia.
Podría pensarse que es un sistema demasiado invasivo...
Desde su entrada en el río hasta su vuelta al mar los salmones no ingieren alimento, por lo que está demostrado que la implantación gástrica resulta menos molesta, menos traumática y más eficaz que la quirúrgica o el anclaje externo. Estas prácticas vienen realizándose con éxito en diversos países desde hace más de 30 años.
- ¿Que objetivos se pretenden conseguir con el seguimiento?
Conocer mejor su comportamiento migrador en el remonte del río y su relación con ciertas variables medioambientales (como la temperatura y el caudal); detectar los lugares de parada natural y de freza; medir el efecto de determinados obstáculos artificiales sobre la población de salmón; determinar las tasas de explotación legal y el furtivismo; y, por último, calcular el grado de migración de descenso al mar como zancados.
A grandes rasgos,¿como funcionan los radiotransmisores?
Emiten una frecuencia que se sigue con un receptor. Eso nos permite ir por el río y localizar perfectamente cada ejemplar.
- ¿Que ocurre con el transmisor cuando muere el salmón?
En torno al 1% de la población que remonta el río para desovar consigue regresar al mar. En ese momento, vuelve a comer y lo expulsa de forma natural. Nosotros hemos recuperado bastantes marcas de este modo, porque tienen un sensor de mortalidad, es decir, cuando llevan ocho horas sin detectar movimiento empiezan a emitir una señal diferente.
Un ejemplar fue sacado furtivamente del agua por dos personas a los dos días de haber sido marcado. ¿Le sorprendió?
Sabíamos que había furtivismo, pero no nos imaginábamos que era tan frecuente.
- ¿Fue el primer caso detectado?
En el Lérez sí. Unos años antes hubo uno muy curioso en el Ulla. Sospechábamos que un peón de la estación de capturas estaba traficando con salmones, pero resulta que uno de los que tenían la marca apareció en un restaurante.
En base a su experiencia, ¿como calificaría el nivel actual de furtivismo en el río Lérez: anecdótico o preocupante?
El nivel era y es bastante preocupante, porque la presa de Bora retiene mucho a los salmones y, al acumularse allí, es una tentación demasiado grande para los furtivos.
Está claro que el furtivismo no va a acabar con la población de salmones, pero sí la puede disminuir de forma preocupante.