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22.000 laboratorios bajo el mar

Uno de los mayores problemas en el tratamiento del cáncer es que muchas células tumorales tienden a hacerse resistentes a los fármacos que se usan en quimioterapia. De ahí el gran interés que ha suscitado una nueva molécula, llamada ET-743, capaz de impedir que los tumores se hagan resistentes a casi cualquier fármaco existente. No es su única virtud. ET-743 también dificulta la proliferación de varios tipos de células tumorales, estimula el suicidio programado de otras y mejora los mecanismos de reparación de los genes dañados de todas ellas. Su inventor es un genio.

Pero nunca recibirá un premio Nobel. El inventor de ET-743 se llama Ecteinascidia turbinata (véase foto), y es un tunicado colonial que vive en los manglares del Caribe, sin más ambiciones que ajustar sus ritmos reproductivos a las mareas, la densidad del plancton y las fases de la luna.

ET-743 es el fármaco anticanceroso más avanzado de cuantos guarda en su cartera la empresa española PharmaMar, del grupo Zeltia. Acaba de superar la segunda fase de los ensayos clínicos en dos de los institutos oncológicos más prestigiosos del mundo, los estadounidenses Dana Farber y Sloan-Kettering, con buenos resultados en los pacientes con sarcomas de tejidos grasos, músculo, nervio, dermis, articulaciones y vasos sanguíneos. Pronto entrará en la última fase de los ensayos. Si los supera, la Food and Drug Administration (FDA) aprobará su comercialización en Estados Unidos.

Ecteinascidia es sólo una de las 22.000 especies marinas que PharmaMar guarda en su banco de muestras. Cada una de ellas es un laboratorio puesto a punto tras cientos de millones de años de evolución submarina. 'Suponemos que estos organismos sintetizan esas moléculas para defenderse', dice la directora general de la compañía, Isabel Lozano, 'pero es difícil saberlo con certeza'. Ni falta que hace. Las compañías farmacéuticas llevan muchas décadas explotando la creatividad darwiniana de los seres vivos, pero hasta ahora se habían concentrado en las especies terrestres. PharmaMar fue creada en 1986 por la familia lucense Fernández Sousa, propietaria de Pescanova, con la idea de aprovechar su flota pesquera para recoger y catalogar cualquier ser vivo que cayera en sus redes. Mientras que sólo una de cada 10.000 especies terrestres resulta útil para obtener nuevos fármacos, la frecuencia se multiplica por 150 con las especies marinas. 'Es cierto que estos fármacos no se derivan del conocimiento de la biología molecular del cáncer', admite el director de I+D de la firma, Ignacio Manzanares, 'pero el resultado es el mismo porque, una vez que detectamos una actividad antitumoral, aplicamos todos esos conocimientos básicos para determinar cómo actúa, y eso nos indica en qué tipo de cáncer hay que probarlo y cómo modificarlo para que adquiera nuevas propiedades'