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24 millones de pescadilla al año son devueltos muertos

Un estudio del Instituto Español de Oceanografía estima que 75 de cada 100 ejemplares de merluza que se capturan con el arte de arrastre tienen que se ser devueltos a la mar, muertos, por no alcanzar la talla mínima.

Sólo la flota arrastrera del Norte de Galicia, que faena en todo el caladero Cantábrico y Noroeste, captura cerca de 760 toneladas al año de ejemplares de merluza por debajo de la talla mínima, lo que supone un desperdicio de alrededor de 24 millones de individuos.

A la vista del citado estudio, que aporta datos igualmente impresionantes referidos a otras especies, como la bacaladilla, colectivos asturianos, piden medidas urgentes a la Administración porque considera que, en caso contrario, será un desastre para la pesca.

La diferencia, comentan algunos pescadores artesanales, está en que, cuando se acabe el pescado, los armadores que hayan obtenido buenos ingresos, desguazarán los barcos y se dedicarán a otra cosa, mientras que los pescadores artesanales se quedarán sin sustento y el relevo generacional en el sector será imposible.

El mayor problema del arte de arrastre no es lo que pesca, sino lo que tira, y pide compensaciones para que los pescadores no queden desprotegidos. Habría alrededor de 24 millones de merluzas más en un año, con lo que eso supone. De nada sirve dejar que las merluzas desoven si, en cuanto tienen unos pocos centímetros, las pescan y las tiran».

El patrón mayor de Cudillero, que hace pocos días censuró la propuesta española a la Comisión Europea para recuperar merluza y cigala, por considerarla claramente insuficiente, asegura que el estudio del Instituto Español de Oceanografía sobre la pesquería demersal (especies asociadas a los fondos) en el Cantábrico y Noroeste es demoledor.

Los datos explican, a su juicio, que en los mapas sobre reclutamiento de alevines elaborados por el mismo organismo reflejen una evolución claramente a la baja en los últimos años. «No es que lo diga yo», destaca Fernández Marqués, «son los informes de Oceanografía los que demuestran que la situación es insostenible. Había 200 arrastreros en el Cantábrico y, aunque ahora sean 140, aproximadamente, tienen más potencia que antes, de forma que los aparejos de arrastre son cada vez mayores». Si el problema del arrastre no está en lo que pesca, sino en lo que tira, pone de manifiesto el desperdicio de los descartes, como se llama a la obligación de devolver a la mar los ejemplares, obviamente muertos, que no alcanzan la talla mínima legal, ya que su comercialización sería irregular.

Con arte de pincho, la selección de ejemplares por el tamaño no sólo es posible, sino que resulta sencillo. Por una parte, porque el tamaño del anzuelo es determinante. Por otra, porque, en la mayoría de los casos, los ejemplares que por una u otra razón no son comercializables se devuelven vivos a la mar, con lo que continúa su ciclo de reproducción y el desperdicio es inexistente o poco significativo.