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Las causas de la desaceleración económica mundial

Las causas de la desaceleración económica mundial

La situación, cuando menos inestable, de la economía mundial dificulta el crecimiento y, consecuentemente, la demanda de transporte marítimo se está desacelerando, algo que se evidencia en el escaso crecimiento del comercio mundial a lo largo del año.

Según están las cosas en el momento, el crecimiento global continúa muy lento, con las economías más importantes, tanto desarrolladas como emergentes, aún demasiado débiles para impulsar un cambio real que nos saque de la desaceleración experimentada en la actualidad en todo el mundo. Esta situación contrasta fuertemente con la que muchos habrían esperando a comienzos del 2015, cuando la mayoría de nosotros esperaba que la drástica caída de los precios del petróleo surtiese el efecto de impulsar la economía, redistribuyendo los consiguientes ahorros entre los consumidores, conduciendo así a un crecimiento mundial mucho mayor.

 

George Lazaridis, director de Investigación de Mercados de Allied Shipbrokers, empresa griega de brokers y análisis del mercado, resume las causas de lo que ha ocurrido como “China y los efectos adversos del deterioro del ciclo de crédito”.

 

Por una parte, la desaceleración de China tiene efectos adversos directos e indirectos sobre la economía global, reduciendo sensiblemente la demanda de transporte, tanto de graneles como de productos elaborados. Al mismo tiempo, gran parte del fuerte crecimiento aportado previamente a la economía mundial por los llamados BRIC se ha debilitado por el hecho de que la mayoría de éstos han sido exportadores netos de materias primas netas y han alimentado sus modelos de crecimiento con los ingresos obtenidos de las exportaciones de productos como petróleo, mineral de hierro y carbón.

 

Por tanto, ahora son las principales economías desarrolladas las que tienen que retomar el testigo y conducir la próxima ola de crecimiento económico, pero hasta ahora con muy poco éxito, porque estos países todavía tienen que superar las grandes tensiones existentes en los mercados de crédito y al mismo tiempo la inestabilidad política y económica a que se enfrentan la mayoría de ellos rompe la confianza del consumidor.

 

Hasta ahora, el efecto total neto ha sido insignificante, y sólo un puñado de países han conseguido alcanzar un mayor crecimiento, merced a los precios del petróleo más bajos desde fines 2014.

 

Como consecuencia de todo esto, ya hemos empezado a ver a China hacer anuncios que reflejan la magnitud de los problemas que se han creado en los últimos años. El gobierno chino ha estimado que se despedirán 1,8 millones de trabajadores en sus sectores del carbón y del acero (que representan aproximadamente el 15% dicha fuerza laboral). Al mismo tiempo su banco central ha aumentado sus esfuerzos para amortiguar la desaceleración económica reduciendo en un 0,5% la tasa de reservas que deben mantener las entidades financieras de ese país desde el 1 de marzo. Con ello esperan que se puedan inyectar unos 100.000 millones de dólares en créditos a sus industrias y a sus consumidores con el fin de impulsar su propia demanda interna.

 

También hemos visto una serie de medidas de estímulo similares adoptadas por otras economías importantes, aunque pocas se han materializado hasta ahora en términos de crecimiento real. Los principales problemas a resolver están aún prácticamente intactos, como unos mercados de trabajo que necesitan reequilibrarse para contrarrestar los temores de deflación en algunos mercados) mientras que el acceso al crédito y el aumento de la inversión pública tienen que canalizarse mejor para conseguir más crecimiento económico por cada unidad de dinero público invertido.