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Galicia, Canarias y Alborán salvan al delfín Mular

Galicia, Canarias y el Mar de Alborán, son la "única esperanza" de Europa para el delfín mular, ya que en sus aguas viven poblaciones en un estado de conservación favorable que "podrían recolonizar otras áreas", manifestó el presidente de la Sociedad Española de Cetáceos (SEC), Ricardo Sagarminaga.

El delfín mular, un cetáceo conocido por su carácter "juguetón, cosmopolita y costero", es uno de los animales "más inteligentes", con un gran poder de adaptación al medio, capaz de utilizar objetos como herramientas o de desatarle el nudo a una red de trasmallo para robarle la presa a los pescadores.

Aunque resulta difícil censarlos, manifestó este biólogo, que lleva 15 años estudiándolos, en las tres zonas españolas mencionadas la media de individuos por grupo es de 30, e incluso se han llegado a observar formaciones de hasta 100 ejemplares. Esta cifra supera con creces los avistamientos en los mares europeos, con grupos de un máximo de cinco miembros. Sin embargo, la situación dista de ser optimista, lamentó Sagarminaga, quien recordó que debido a las contaminaciones química y acústica y a la explotación pesquera, los delfines, como otras especies, se ven amenazados.

La "sobrepesca" y la contaminación provocan que estas especies se vean "fragmentadas y aisladas" de tal modo que se reduce la posibilidad de su recuperación en otras regiones de Europa. Los residuos tóxicos, sobre todo metales pesados y biocidas, son "muy persistentes" y entran en la cadena alimenticia de estos animales, provocando alteraciones en su sistema inmunológico, como sucedió en 1990 cuando una epidemia acabó con la muerte masiva de delfines en el Mediterráneo occidental, recordó. Además, últimamente ha aparecido un nuevo "riesgo" al que ha de enfrentarse esta especie protegida, indicó. Se trata de las boyas "sonoras" que, en un principio, pretenden alertar a las marsopas de la cercanía de las redes de pesca para evitar que se enreden, pero que en los delfines logran un efecto de llamada, "como si se tratara de la campana que les avisa de la hora de la comida". Por otro lado, la contaminación acústica ha convertido el mar "en una discoteca", con ruidos que afectan a la orientación, comunicación y alimentación de los cetáceos, animales que se valen del sonido para aparearse o atontar a sus presas. La pesquería es uno de los problemas más llamativos para el delfín mular, que se alimenta de las mismas especies que el ser humano, como el atún, las anchoas o los salmonetes.