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Quince orcas bastardas mueren en Burela

Quince orcas bastardas mueren en Burela

El varamiento masivo de estos cetáceos, a unos 40 kilómetros de Asturias, es el primero que se registra en la Península Ibérica La necropsia revela que llevaban días sin comer, al alejarse de aguas oceánicas, y no detecta fuelóleo

Pasaron una noche agonizante, con sus lomos, arañados y sangrientos, sobre un pedregal castigadas por los rigores de la bajamar. El agua les rozó la cola sobre las siete. Aún era noche cerrada en Burela, pero el rescate comenzó al instante. El «espectáculo dantesco» de la treintena de orcas bastardas que vararon la víspera junto al puerto lucense, a unos 40 kilómetros de Asturias, dejó paso entonces a una trepidante actividad. El resultado, a juicio del Cepesma, colaborador incondicional de las tareas, fue «todo un éxito».

Seis ejemplares retornaron a la costa cadáver, otros nueve se fueron al fondo del mar y doce acabaron por agruparse frente al puerto gallego, que se resistían a dejar, y se perdieron a media mañana en el horizonte con una danza marina que contrastaba con su agonía reciente. «Es un auténtico milagro. No daba un duro por ninguna», comentaba satisfecho el director del Cepesma, Luis Laria, tras una noche en vela. El primer varamiento masivo de este cetáceo, parecido a la orca y el calderón, que se registra en España, tenía un final más o menos feliz. Pero todos los presentes advertían de su posible fugacidad. «No tienen costumbre de estar próximos a la costa y pueden varar de nuevo en cualquier momento», advertían.

Catorce horas de infarto

Atrás habían quedado unas horas de infarto. Las orcas bastardas remataban el martes su 'despiste' cantábrico adentrándose en el puerto de Burela. Eran casi las ocho de la tarde. Pese a la falta de luz, fueron avistadas y se identificaron como calderones. El grupo salió rápidamente del puerto, pero en vez de ir mar adentro giró a la derecha y se fue contra una orilla rocosa bajo un acantilado. Una trampa mortal para su capacidad de maniobra.

Al pie del pedrero se fueron concentrando voluntarios de Protección Civil, guardas de la Xunta y miembros de la Coordinadora para el Estudio de los Mamíferos Marinos (Cemma), con sede en Galicia, y Cruz Roja. Según varaban orcas bastardas, las devolvían al agua, pero éstas volvían enseguida a tierra. A las dos de la madrugada se sumó la ayuda de la Coordinadora para el Estudio y la Protección de las Especies Marinas (Cepesma), con sede en Luarca. Los animales ofrecían para entonces un estado lamentable. Charcos de sangre, pieles rajadas y un silbido lastimero hacían más dolorosa la espera.

El oleaje retornó a las siete. Y con él, un esfuerzo titánico que logró devolver al mar 27 ejemplares en casi tres horas. Voluntarios y conservacionistas empujaban a los mamíferos con las olas, con cuidado de no rondar su boca, y en cuanto flotaban, nadaban con ellos para orientarlos. Una zodiac de Cruz Roja colaboró en la tarea para dar el empujón definitivo a cuerpos que superaban la tonelada.

«Su reacción inicial es volver y esto dificulta mucho la tarea», indicaba Arturo Madera, un zoólogo del Cepesma que lleva un mes atendiendo aves petroleadas en Luarca. Si alguno de los animales varados silba, proseguía, el grupo 'reflotado' no lo abandonará. Cuando estaban todos ya en el mar, con vida o sin ella, Arturo apenas podía articular palabra. El neopreno no había sido suficiente. Tenía la mandíbula desencajada por el frío, pero de repente se le iluminó la mirada.

«¡Mirar allí. Hay un grupo de cinco!», espetó Alfredo López, presidente de Cemma. Poco después eran nueve. Y al final, doce, que se perdieron enseguida en lontananza. De la satisfacción se pasó, sin pausa, al rescate de ejemplares muertos. Hasta seis se llevaron a puerto. Las necropsias se prolongaron hasta la tarde. Y dieron rápidos resultados. El grupo llevaba varios días sin comer, alejado de su hábitat oceánico, y tenía excesivos parásitos, lo que habría mermado sus fuerzas y, quizá, su orientación. Otras pruebas, más complejas, serán practicadas ahora en Luarca y Ferrol para intentar aportar algo de luz sobre los misterios de este comportamiento gregario ajeno, en este caso, a la estela del 'Prestige'.

Nombre: pseudorca crassidens, conocida familiarmente como orca bastarda o falsa orca.

Aspecto: tiene el color gris azulado del calderón y la cabeza de la orca, pero es una especie diferente.

Familia: es un delfínido y pertenece a la familia de los cetáceos.

Hábitat: aguas oceánicas.

Costumbres: van en grupo y tienen un guía que suele ser hembra.

Talla: nacen con 1,2 metros y pueden llegar a más de seis.

Peso: de 200 a 1.500 kilos.

Alimentación: cefalópodos (pulpo, calamar), túnidos, pez espada.