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Una 'joya verde' milenaria subsiste en aguas de Formentera

FORMENTERA.- Al norte de es Pujols, en sa Roqueta (Formentera), subyace a escasos metros de la superfície del mar una joya única del vasto Mediterráneo. Han hecho falta miles de años para crear tamaña pieza: un escudo-barrera de Posidonia de 4 metros de alto y 40 de amplitud. Estas formaciones biológicas, características de estas latitudes, hoy en día son más bien escasas. La mano del hombre ha arrasado en poco tiempo lo que la naturaleza tardó miles de años en esculpir.

En todo el archipiélago balear se cuentan con una sola mano este tipo de formaciones vegetales. La que se yergue en el lecho marino de sa Roqueta es una de las que tiene mayor valor.

La Posidonia oceánica cubre amplias extensiones de superficie marina, formando auténticos bosques submarinos. Sus rizomas (tallos de los que nacen raíces y otros tallos) crecen en un plano horizontal a un ritmo de 5-6 centímetros anuales. Sin embargo, la mayoría de los rizomas tienden a crecer verticalmente con una tasa de crecimiento de entre 0,5 y 3 centímetros al año.

Estabilidad del fondo

La red de rizomas y las hojas de la planta (la Posidonia no es una alga sino una planta terrestre que colonizó el medio marino) dan estabilidad a los sedimentos del fondo: amortiguan la corriente de agua y favorecen aún más la deposición.

Este conjunto de rizomas y sedimentos forman las matas, cuyo crecimiento vertical es extremadamente lento. Sin embargo, ésta puede llegar a elevarse hasta la superficie, formando un escudo-barrera, como el de Formentera.

Esta estructura, que recuerda a las barreras de coral que forman los atolones en el Pacífico, contribuyen de manera muy importante en la protección de la línea de costa, reduciendo el impacto del oleaje sobre tierra.

Antaño, en un viaje muy largo en el tiempo, estas barreras de Posidonia eran muy comunes por las costas de las Baleares. Su mayor enemigo, sin embargo, siempre ha sido el hombre. Este en el pasado arrancaba estas joyas verdes milenarias porque suponían un obstáculo para la navegación. La mano del hombre ahora no es tan directa, pero sus efectos son igual de letales.

El escudo-barrera de sa Roqueta alcanza su techo a un metro escaso de la superfície. Afortunadamente, esta zona aún no está muy castigada por las actividades humanas, especialmente por el fondeo de embarcaciones de recreo.

Actividades náuticas

Las actividades náuticas afectan sobremanera a los bosques de Posidonia que crecen en el fondo del litoral pitiuso. Estas extensiones vegetales están reconocidas por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

De hecho, la presencia de las praderas de Posidonia entre los activos de la candidatura ibicenca a Patrimimonio de la HUmanidad fue decisiva para la concesión de este reconocimiento. La praderas submarinas incluidas en la declaración de Patrimonio de la Humanidad están situadas frente a platja d'en Bossa, en una zona de intenso tráfico marítimo y, por lo tanto, de débil equilibrio ecológico.

La degradación de los hábitats terrestres en zonas próximas a las praderas de Posidonia pueden afectar también a su crecimiento y desarrollo: extracción de arena para playas artificiales, construcción de diques y puertos deportivos, entre otros.

El combustible que pierden algunas embarcaciones y la contaminación que enturbia las aguas también amenaza la subsistencia de este vegetal submarino. La pesca de arrastre es otro de los males que arrasa esta planta. El plan de gestión del futuro Parque Natural de ses Salines restringirá la actividad pesquera en algunos enclaves y prohibirá el uso de este tipo de artes mortíferos.