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Problemas con el agua impiden la reconversión del monasterio de Oia

El Ayuntamiento de Santa María de Oia es famoso por tener 18 kilómetros de costa, un monasterio, petroglifos, pozas, el faro de Cabo Silleiro y unas vistas sobre el Atlántico que están entre las mejores de Galicia. También lo es por sus insistentes problemas con el agua.

Desde que se aprobó en 2002 la Ley de Ordenación Urbanística de Galicia (Louga), el Ayuntamiento no puede dar licencias a viviendas que no estén conectadas a la red de saneamiento y abastecimiento. Y menos a un monasterio que será reconvertido en hotel de lujo y residencia de ancianos.

Es un requisito indispensable para que los propietarios del conjunto arquitectónico, la empresa consignataria Vasco Gallega, puedan transformarlo ayudados por la subvención de tres millones de euros que les acaba de conceder el Igape, brazo inversor de la Consellería de Economía. Si no ejecutan la obra en 18 meses pueden intentar que les den prórrogas u olvidarse de cobrar. La Xunta conoce el problema que tiene Oia con la red de abastecimiento, pero la solución tarda.

Augas de Galicia está redactando un proyecto para construir un depósito de agua, primera piedra de una de las partes principales de la red pública de abastecimiento, a la que conectarán dos pozos de barrena ejecutados en este verano. Se especula complementarlo a partir de agua del sistema del Baixo Miño". Urbanismo de Oia argumenta que con una inversión de 35.000 euros en febrero tendrán listas las conexiones para el monasterio, que será el primero en recibir el servicio.

Otro obstáculo para el monasterio está en la delimitación del ámbito territorial objeto de la actuación que también tiene que aprobar el Ayuntamiento. "Sin luz verde no vamos a empezar las obras", dice Juan Martínez, propietario del complejo. Lleva seis años sin poder poner en marcha el proyecto que necesita una inversión de 27 millones de euros.

El proyecto del hotel, de 72 habitaciones, incluye salones para congresos, un balneario que utilizará agua del mar y la recuperación de la huerta de los monjes. También tienen un plan para restaurar los molinos cercanos y limpiar el río Lavandeira, que pese a todos los esfuerzos en saneamiento, está contaminado.