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El Oceanográfico halla bolas de chapapote sedimentado

Tras degradarse y perder parte de sus componentes aromáticos, el fuel del Prestige está descendiendo desde la superficie hasta depositarse, en forma de galletas de unos quince centímetros de diámetro, sobre los fondos marinos de la plataforma continental gallega.

Este triste descubrimiento fue realizado ayer por el equipo de veinte científicos del Instituto Español de Oceanografía que trabaja frente a la costa de la comunidad, a bordo del buque Cornide de Saavedra , para conocer la incidencia real del vertido en los fondos marinos.

Durante los primeros días de investigación, entre A Guarda y Fisterra no habían hallado ni rastro de fuel, pero sus esperanzas se truncaron en las últimas horas. Siete estaciones de muestreo localizaron el chapapote a profundidades de 150 y 250 metros, a unas distancias de la costa de 10 y 15 millas, respectivamente, respecto a las perpendiculares de Fisterra, Laxe y cabo Vilán. El volumen de agentes contaminantes a 150 metros es el doble que a 250.

«Las galletas salen mezcladas como una papilla con el pescado», explicó ayer el coordinador de la campaña, Francisco Sánchez. No obstante, aclaró que la mezcla se forma al subir los aparejos y que el sonar refleja que el pescado del fondo sigue libre de contaminación. Tampoco hay residuos en sus vísceras, pero éstas, junto con las muestras de fuel, serán enviadas a analizar más detalladamente cuando el barco llegue a tierra «para conocer más acerca de su degradación».

Restos entre aguas

Con sofisticados equipos electroacústicos, los científicos también localizaron galletas entre dos aguas, cayendo hacia el fondo desde la ennegrecida superficie. El Cornide de Saavedra , barco insignia del Instituto Español de Oceanografía, trabajará hoy frente a las Sisargas y Malpica, y concluirá pasado mañana su estudio en el puerto de A Coruña. Con la ayuda de un revolucionario sistema de fotometría láser instalado sobre un trapecio submarino, los expertos intentarán obtener las primeras imágenes de las áreas contaminadas; el equipo aún no ha podido ser estrenado debido al pésimo estado de la mar.

Las manchas que hay en el fondo son menos pegajosas y mucho más densas, compactas y moldeables que las que flotan sobre el mar. Por ello Sánchez mantiene una ventana abierta a la esperanza: «Ya sabemos que el fuel degradado no cae en forma de lluvia fina, como creíamos, sino en grumos. De este modo es mucho más difícil que afecte a la red trófica y pase a la cadena alimentaria».